Desde Aquí -> Valencia, Venezuela

Como veo las cosas que ocurren en mi país.

jueves

Lo que somos

Estuve blogeando por allí y encontré a alguien muy molesto por la forma en que somos los de aquí.

A mi parecer y entender, el nacionalismo no es más que una herramienta para naricear a las masas hacia donde nuestros mediocres políticos les place en un momento dado. Por lo tanto, no creo que sea anti-nacionalista reconocer nuestra chorrera de errores.

En dicho blog y en varios de los comentarios que le suceden, se muestran algunas de las infinitas muestras de corrupción medular de la que padecemos los venezolanos. (El robo de una caja de Clips, una resma de papel, o el lápiz de algún despreocupado compañero). Pero, ¿POR QUÉ SOMOS ASI?

Desde muy pequeño rechacé de manera intuitiva todo tipo de corrupción, eso me trajo miles de situaciones que hoy son meras anécdotas. Pero también me hizo analizar a diario y continuamente el por qué de este comportamiento. Son cosas grandes y pequeñas las que nos hacen así. Son paradójicas como bien lo describe mi estimado blogero (“Venezuela es el único país del mundo donde todos somos tan pilas, tan pilas, tan pilas que nos jodemos nosotros mismos”). Por ejemplo: El machismo, uno de nuestros defectos más resaltantes, es inculcado, alimentado y desarrollado por las mujeres, que luego son las más directamente afectadas por esa conducta.

No soy psicólogo, ni nada por el estilo, pero mi cerebro intuye que una de las grandes raíces de esta corrupción que nos carcome hasta la médula, es el sentirnos orgullosos de valores equivocados.

Nos repiten hasta la saciedad que somos vivos, pilas, la viveza criolla, etc. Nos educan a través de grandes antagonismos. Te dicen que robar es malo, pero oyes a cada segundo “A mi que me pongan donde hay”. Te dicen que debes ser honesto, íntegro y realmente muy pocos saben lo que es la integridad. He visto maestros decirles a sus alumnos que los castigan si los descubren copiándose en un examen, no si se copian, porque copiarse es ser vivos o pilas. Luego en otro momento, tal ves les digan que deben ser honestos.

La única forma de cambiar el mundo, es cambiarnos nosotros mismos. No existe otra forma.

Es fácil exigirle honestidad a quienes nos rodean, pero en realidad ¿somos capaces de ser honestos nosotros?, ¿Somos capaces de respetar el puesto en la fila?, ¿Somos capaces de devolver algo que nos dan equivocadamente?, ¿Tratamos siquiera de tramitar nuestras diligencias sin el uso de “Palancas”, aún cuando estén disponibles?

Como diría un amigo “ta forza’o”.

Tenemos miles de cualidades que en realidad nos harían sentir orgullosos de ser venezolanos, si tan solo las cultiváramos como cultivamos nuestra viveza. Nunca es tarde para comenzar, pero debemos comenzar en la dirección correcta.